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Susurros de Chalco...

lunes, 20 de agosto de 2007


La realidad es tan aterradora e irracional que cuesta mantener el vínculo de convención con ella para que permanezca la armonía en el yo y en el otro a un tiempo, de ambos por separado y en sí mismos. ¡Cosa imposible! Quien reflexiona en ello tiene la posibilidad (libertad que por lo regular resulta excepcional, pues existen pocos hombres libres y, aún menos, por no decir que nadie, ya que aquello significaría contradecirse, hombres que alcanzando su libertad estén dispuestos a abandonarla) de convertirse en la contraparte que permita, en términos heracliteos, la “tensión” armónica en la comunidad (el orden social), generada de la “discordia” y la “lucha de contrarios”, al dejarse seducir por la locura. Pues se requiere del loco y del cuerdo para que de la lira brote una bella melodía. Entonces, parece que los locos son seres necesarios; sin embargo, y es oportuno insistir, cuando cierran la puerta a los signos de convención que los mantiene en una relación de entendimiento con la otredad, es entonces que su propio equilibrio se desvanece por salvar el de la comunidad. Con ello la sociedad, de manera fantasiosa, cree (en el conciente colectivo) en su cordura mientras se erige en dadora de estigmas, como si de vacas se tratara. Hecha la aclaración te pregunto: ¿Acaso no han sido los locos –entre los que figuraron Nerval, Strindberg, Nietzsche, Hölderlin, Robert Walser y Virginia Woolf- unos verdaderos mártires?
DANIEL CISNEROS

1 comentario:

Bosco Urruty dijo...

Por cierto que lo han sido y no por voluntad propia. No manejo tus términos afines a la filosofía pero pienso que hay algo que nos inclina a los locos a asumir nuestro papel para redimir a aquellos que por cierto nos criticarán o, cuando mucho dirán su apenado discurso fúnebre