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Susurros de Chalco...

sábado, 8 de septiembre de 2007

Inquietud y muerte.


(ARTÍCULO DE OPINIÓN)

MUERTA VIDA VIVO EN VIVA MUERTE
ROBERTO CALASSO

La nota roja, en su sentido deontológico, cumple con informar sobre un acontecimiento, así como lo hacen todos los géneros periodísticos. Pero aquel deber ser no se contenta con la información, además exige las formas e intenciones, y éstas son, por lo común, lo que no debieran ser: amorales y lucrativas.

Con frecuencia constatamos la profanación de la identidad (entendida en el sentido de la tradición occidental) de los cuerpos de los muertos (asesinados, suicidas, accidentados…), debido a que a los dueños de los periódicos poco importa si media el consentimiento de la familia para con el fotógrafo en mostrar sus rostros. La importancia radica en la exacerbada crueldad de la imagen como anzuelo rentable del morbo. Lo mismo ocurre en lo escrito, ya que las palabras (re)crean imágenes.

“La muerte es la condición más propia del existir”, advierte Heidegger en Arte y poesía, a la par que nos sitúa, en lo que denomina, en el “ser a la muerte”. Esto es: las reacciones ante la inevitable evidencia de nuestra finitud. En ese sentido, la nota roja representa el espacio en donde se nos presenta lo que seremos o dejaremos de ser. Por lo cual, la atracción hacia ésta es amplia, sin embargo, la inquietud es de forma no de fondo.

Dicha fascinación por el misterio de la muerte es explotada al máximo en los diarios, ya que se presenta la corporeidad más como referente de angustia y divertimento que de meditación. No se practica, en la mayoría de los casos, un análisis sustancial que funja de faro sobre el hecho; es decir, la interpretación polisémica del móvil en su dualidad psíquica-circunstancial. Tampoco se agrega, dentro de la misma sección, un razonamiento en torno al fenómeno de la muerte en sí, que incite a pensar (se) al lector sobre lo leído. Me explico: no sólo existe la nota informativa, sino también el artículo de opinión.

Aquella “inquietud de forma no de fondo”, es el efecto del mal manejo de la información. Importa más la imagen, el quién, cuándo, dónde y cómo, abordados de manera superficial, que todos éstos, en profundidad, más el por qué.

Lo preocupante es que aquella información deficiente en la nota roja, y no sólo en ésta, puede diseñar o alimentar inquietudes disfuncionales, actuales y antiguas, sobre la muerte. Si no, entonces por qué la ejecución de Damiens, en 1757 en Francia, relatada en Vigilar y castigar por Michel Foucault, convocó a tanta gente urgida de diversión y de sangre, o por qué un accidente de carretera en la actualidad cumple prácticamente con lo mismo. Otro tanto sucede algunas veces con el cine y el arte, ya que hay a quienes se logra arrancar una inquietud reflexionante y a quienes sólo una inquietud morbosa (no descarto el tránsito de la una a la otra, pero tampoco el estancamiento).

Estoy convencido de que en la nota roja se puede, y se debe, pasar de dicha “inquietud morbosa” de la muerte, a la “inquietud reflexionante”. Sólo así se evita el riesgo del horror como costumbre; pues de lo que se trata es del asombro del horror como conciencia y, además, de adquirir la certeza de la muerte.

DANIEL CISNEROS

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