-Dicen por ahí que no hay nada como el verano.
-Sí, el verano del amor... [suspiro]
-Venga Juangas, por favor, se supone que es una charla decente.
-¿Qué? me vas a decir que nunca te ha llegado.
-Dígamos que sí, pero no suspiro ni pongo los ojos en blanco. Ese es tu problema. Deja de soñar tanto.
-¿Y qué sería de todo si hubiera puro jodido científico por aquí? sería un mundo rutinario y de zombies que comen y cagan.
-Al menos no existiría la sobrepoblación aunque... ¡exacto! A ver, imagína: tú eres un romántico y apasionado roedor de sueños. Ahora, supón un mundo lleno de personas como tú: sería la infinita orgía de la infertilidad.
-[Enfadado] ¡Pues al menos habrían más personas sonrientes por las calles!
-¡Pero a qué precio!...
-Yo no sé, pero por ahí dicen que arroje la primera piedra el que esté libre de pecado...
-Cierto, para los demás traemos escopetas.
-No seas chistoso.
-Al igual que con mi sex appeal, eso es algo que no puedo controlar.
-Bla bla bla.
-Déjate de niñerías. Recuerda que tienes cuarenta años y debes dos rentas.
-[Cabizbajo] Quizá tengas razón... no hace falta más que mirar atrás. Por más que caminas no ves más que pavimento y una sucesión parpadeante de rayas blancas en el suelo. De vez en cuando la luz intensa de algún trailer, que se acerca y te examina, para perderse de nuevo entre gruñídos metálicos. Y de nuevo miras y nada más. La luna tras una cortina de nubes cómo una geisha preparando sus hechizos de carne y labios. Y eso es siempre, el vacío de los sueños que tomaron un taxi hace tiempo, dejándote desnudo con los leones en el coliseo.
-Eso fué bueno, tu meláncolica cabellera de poesia enredandóse entre femeninas uñas, bañándolas en una invernal escarcha de caspa. Estuve a punto de invitarte a escribir algo para The Chalco Magazine, pero no, si no hay ropa y tratándose de tí, como que el asunto se complica.
-¡Bueno ya!
-Cierto, olvídemos esto. ¿Oye, está por terminar la feria de Chalco?
-No lo sé. Pero a mí aquéllo me da escalofríos.
-¿Por qué?
-Bueno, fué hace tiempo. Yo tenía cómo quince. Aún no tenía pechos ni sabía lo que era despertar desnudo en la autopista. Fuí con mis papás y mis hermanas. Compramos elotes cerca de la iglesia y recuerdo que mamá fumaba el puro que le regalaron cuando nació su nieto. Habíamos subido a las sillas voladoras, apostado en la lotería, ensartado aros y disparando con balines a figurillas de acero.
-Espera, ¿dijiste desnudo en la autopista?
-[Extrañado] ... [Pequeño silencio y mirada inquisidora] Cómo decía, fué una de las mejores salidas familiares. Incluso ese día entramos a mirar las jaulas de "Mundo Increible" y quédamos inauditos con el perro de tres patas (aunque sigo sin entender de donde sacaron tanto diúrex), el pato con alas, los ratones egipcios, el chivo de tres cuernos (camuflajeado uno de ellos con cartulina fosforescente), el niño de dos cabezas y todas esas epecies tan exóticas. Papá dijo que Dios es misterioso. Mis hermanas que eso era muy bizarro. Mamá dijo que el puro ya había chingado a su madre y yo sólo pude decir "fantástico". Un gran show...
-Ahora entiendo los escalofríos. Sin embargo, estoy seguro de que la única forma de que sobreviva nuestra especie es aprendiéndo a aparearse con las cucarachas.
-Pero ahí no acaba la cosa. El embrollo inició al entrar al laberinto de cristales. Dónde tienes que buscar la salida pero chocas todo el tiempo con lo que crees que lo es. Pues a la mitad descubrí un espejo en medio de los cristales. Lo miré un momento y tenía pequeñas y doradas visagras en su borde izquierdo. Cuando encontré el secreto de como hacerlo girar, me ví de pronto rodeado de oscuridad y nada más que oscuridad. Ahí fué dónde se puso feo. De pronto una agitada respiración se acercaba, tímida cómo una gelatina y rápida como una eyaculación. El tum tum tum de un encabritado corazón y el torpe aleteo de unas manos que quieren tocar algo la acompañaban formando tremenda orquesta. No estaba solo.
-Vaya, esa fué una muy ingeniosa observación.
-Cállate. Luego todo fué rápido. cuando me dí cuenta tenía la camisa rota y una lengua urgaba en mi espalda. Pero no era la sensación sencilla de una lengua, de lo contrario hubiera empezado a soltar golpes. Era algo más, algo realmente quisquilloso, exitante. Sentía como sí aparte hubieran cientos de pequeñísimas bocas soplándome, ó como si tuvieras en tu cuerpo una cáscada de queso rayado. Entonces fué cuando aquéllo perdió sentido. Me dejé llevar y de vez en cuando, cuando lo pensaba, descubría que estaba de cabeza, o rodando por el piso, o en un frenético vaivén revuelto de sudor y opácas risas. De pronto fuí pateado y al levantar la vista estaba fuera del laberinto, de aquél viejo remolque pintado con aerosol. Tenía mis pantalones húmedos y no tenía ropa interior. Mis agujetas estaban atadas en estrambóticos nudos y tan sólo cubría mi pecho una bata multicolores que decía "Borlitas. Contrataciones al: 59610695". Al salir del espectáculo y verme, sentado en un costal de paja, con aquélla extraña indumentaria, mis papas pensaron que era una de mis inocentes bromas (como asar al gato en la estufa o rasurar a mi abuelita) y se carcajearon. Claro que mis hermanas algo sospechaban, ya que me dijeron al oído "bonito el camerino de Borlitas, ¿verdad? jugaron a ¿dónde quedó mi nariz?". Yo las ignoré y seguí el recorrido en silencio. Y ya.
-¿Eso es lo que te daba escalofríos?
-Bueno, eso y la noticia al día siguiente de que encontraron a la mujer barbuda muerta y escrito en la pared de su camerino: "por qué en la noche fría, dónde los sueños son laberintos de cristal, sólo del espejo nacerá la esperanza".
"Si un libro puede destruir una mente, imaginen lo que hará una bala. En memoria de quién dejó de ser lo que era."
E.
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