Mofándose de la justicia.

A la vista de la belleza; unido al destino que crea el proverbio mas largo de tu vida y que lo invierte en polvo para miles de años. Causando pavor como fiera desbocada con llamas en la boca, gritando y blasfemando en el nombre de sus crepúsculos. A totalidad de delicias embarradas en sangre de tus presentes actitudes hacia el doquier, no limitemos la esperanza de estas situaciones.

Si una situación creada por actitudes inmaduras, vacías y sobre todo insípidas, creyendo que el color de eso esta en la bondad de su aliento, amando a el viento que respiramos y juntándolo a esplendidos abrazos al horizonte sin voltear a la espalda de lo que viene. Como toro de lidia ajusticiado por tres largas espaldas y derramado por esa sangre, bañaría con su sangre a trescientos de esos justicieros, sin dejar rastros de violencia ni suspiros de descanso, liquidando trozos de valentía, desecha aquella melancolía, inigualable será la alegría que perezca.
A traducción de viejos escribanos, poetas de culturas muertas, la justicia implacable y nada piadosa, sufrirá de la alegría por naturalizar a los bárbaros, a través de condenas juguetonas a par de lo que han cometido, sin acomodo alguno y sin rumbo de aquellos, solo será un juego de estacas y poderosas espadas, a excepción de temor a que vuelva a cometer injurias a su propia vida, su misma naturaleza, su imagen y por sus ojos devendrá tragedia por aquel efecto tan inhóspito de actitudes narcisistas, filosofía que ha de ser peor que un karma enfurecido y multiplicado por gota de sangre derramada.
Azufre, destino oculto
Sufren en hierve el agua, a flor de piel,
A segundos de –ahh- un suspiro que no tiene finito sobre el tiempo.
A juzgar de todo por la ineptitud de un tiempo desagradable y acido. A cada segundo que quema ojos y arruga la sensibilidad de nosotros. Que un fin llegue…

Inexacto será que el día llegue y las penas se hayan extinguido como aire deseado.