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Susurros de Chalco...

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad

MÉXICO: EL PAÍS DEL ABSURDO

Quiero compartir con ustedes mi extraña experiencia de hoy. Todo comenzó…

CAPITAN BORDURE: ¡Eh! ¡Madre Ubu! ¿Qué nos daréis de bueno hoy?
MADRE UBU: Aquí tenéis el menú.
PADRE UBU: ¡Oh! Esto me interesa.

Este era el diálogo de Ubu Rey (Alfred Jarry) que recreaba en mis sueños antes de que mi perra Coquis me despertara a lengüetazos y, así, pudiera advertir el periódico Universal junto a mí. En su titular decía: “Gobernadores fallan en pacto anticrimen”. Al leer un poco más, supe que una de las tantas tareas pendientes luego de 100 días de la firma del Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad, era atender lo relacionado a las evaluaciones del “desempeño de las instituciones policiales y de procuración de justicia coincidentes con la metodología de indicadores nacionales y con participación de instancias ciudadanas”. "¿Qué cuentas entregarían el viernes?", me pregunté de inmediato con pesar. Y parece que Emilio Gamboa me escuchó, ya que en la página A6 declaraba: “nos hemos sentado a platicar y negociar con profunda seriedad. Lamento mucho que pasen los 100 días, pero no debemos precipitarnos, le daremos su tiempo a la ley”. Después de estas palabras adquirí de nuevo la calma. Además, ¿cómo desconfiar de su ardua labor cuando él y Javier González Garza hicieron las paces con una sincera “señal de caracol” (pág. A2) en bien de nuestro México lindo y querido? O del gran ejemplo de Felipe Calderón al interrumpir a Luis Felipe Bravo Mena de sus devotas labores de embajador en el Vaticano, para que dejen atrás sus viejas rencillas y ocupe el cargo de su secretario particular. “¡Vivan nuestros ejemplares políticos!”, grité entusiasmado.

Pero… ¡oh, fatalidad! Al dar vuelta a la siguiente página me topé con que el “ex secretario de García Luna compareció ayer en la SIEDO” (A7), ya que es investigado por “la posible venta de información reservada a grupos del crimen organizado”. En ese momento se abrió la caja de Pandora de mi memoria y recordé la carta enviada por agentes policíacos a las cámaras de Diputados y Senadores en donde se desvela la relación entre el titular de la SSP y el narcotráfico. Le siguió una especie de torneo de pimpón de palabras que se llevó a cabo en mi cabeza, en donde Genero García Luna gritaba: “Sí a la policía única!”. “Nada de eso, no queremos un superpolicia”, replicaban los legisladores priístas al unísono.“Mejor impulsemos la formación de una policía militar”, proponía el general y diputado panista Jorge Justiniano González Betancourt.

Aquello me dejó agobiado y aturdido. Ni siquiera me tranquilizó la noticia de que México ocupa el quinto lugar en índice democrático. “¡Sí, claro!, me dije, a menos que ésta se inspire en el delirante gobierno de Ubu Rey”. Mi credulidad se había diluido; pero mi daímon, que fue poseído por el espíritu orador de algún gentil político, me decía: “Tranquilo, ten la seguridad de que vives en un país democrático y emergente. Siéntete orgulloso de que no padecemos nepotismo ni compadrazgo como en otros países, tampoco hay líderes magisteriales con cargos vitalicios, y, mucho menos, pederastía, corrupción, tortura, chivos expiatorios o decapitados. Además, recuerda que para nuestra tranquilidad el presidente declaró la Operación Limpieza. Mejor cierra los ojos y piensa en una linda noche de invierno deslizándote suavemente sobre la pista de hielo del Zócalo, junto a la bella presidente Argentina al ritmo de un tango.” Mientras lo hacía, el diálogo de un escritor francés iba al ritmo de aquel tango; luego sentí húmedos y cálidos lengüetazos de quien adiviné sería mi perra Coquis. No quise abrir los ojos, temeroso de que un fatal periódico estuviese a mi lado.

POSTDATA:

Esta es una atenta invitación a todos los escritores del mundo que se sientan atraídos por la literatura del absurdo: si quieren ser los próximos Boris Bian, Samuel Beckett o Eugene Ionesco, aborden de inmediato un avión con rumbo a esta tierra. Aunque tengan cuidado de no aterrizar en el aeropuerto de la Ciudad de México o de abordar camionetas Hummer que digan SNTE.

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